Letras.org.es

Extremoduro Pedrá Letra


Extremoduro Pedrá Letra
No me importa que me claves,
como a un Cristo, en la pared;
¡ten cuidado, no me falte de comer!

Tú me agarras, yo te empujo,
y no me hace falta más:
con tu flujo me alimento de mamar.

He aprendido, de estar solo, a llorar sin molestar,
y a cagarme en los calzones, y a dudar.
La verdad sólo tiene un “sentío”, no me obligues a engañar;
si te crees todas mis mentiras, ¡qué vacío debes estar!.

¡Bomba!. ¡Bomba!. ¡Bomba!
Eres-tu-pa-mí.

No sé ni cuantas noches llevo ya sin dormir…
arráncame las uñas de los pies.
Morir, sólo una vez, va a ser poco para mí;
el diablo me ha cogido miedo y no me deja entrar.

No creas que estoy huyendo:
si me ves retroceder, espera,
que estoy cogiendo carrera.
Desafiar la perspectiva del fracaso
a la que estamos condenados.

Me estoy reformando. Te miro, me hincho,
me tiro a los cactus desnudo, pero no me pincho.
Me estoy reformando todas las mañanas,
y ahora, hago siempre todo lo que me da la gana.

Y saborear: si tú le das, todo tiene sentido.
Y, al despertar, te voy a contar cositas al oído.

Vuelo hasta una mancha en la pared.
Me vuelvo ajeno a todo,
y me sobran hasta mis propios pies.
Deja de perseguir a las moscas por el techo;
¿no ves que no me entero
de qué mierdas estás hecho?

Tampoco es que me importe: no sabía que decir.
Por mí, puedes quedarte tú conmigo, y yo, sin ti.
¡Sin ti!.

Y pa cara-perro: yo. ¿Qué te juegas?
Vuelve a darme la razón, y te la ganas.
Y pa cara-perro: yo. ¿Qué te juegas?
Vuelve a darme la razón, y aquí la cagas.

Si quieres que yo te quiera,
chungo aunque me des dinero,
pues yo no meto la lengua
en esa mata de pelo.
Si quieres que yo te quiera,
lo vas a tener muy crudo,
pues yo no meto la lengua
en ese chocho peludo.

Por volver como eres; por volver como somos.
Por la inmensa sonrisa de tus cansados ojos.
Por volver donde alguien te quiere sin que vuelvas.
Por poner a los míos con un poco más de luz.

Cuando su mirada se ha cruzado con la mía,
saltó sólo una chispa, y prendieron tantos fuegos
que se fue la luz del día; arrasamos los bosques;
también vi como ardían los nidos en los postes.
Me voy a recortar en punta las orejas,
y me voy a echar al monte a aullar entre la maleza.
Volver: no dudaría; ahora soy yonqui a mi manera.
Ya no quiero tu amnistía: puedo morir donde quiera.

Salto montañas; no paro ni a mirar p'atrás.
Quítame el precio y la fecha de caducidad.
Yo ya no me escondo. Ya no me tengo que agarrar
como vosotros: presos de lo convencional.

Cada mañana me tiro de la cama buscando una razón.
Muy despacito, me pongo los calzoncillitos y estoy mucho mejor.
¡Qué pena no estuvieras para ver el cuerpo que me dio dios!

Busco colillas, me saco las albondiguillas… ¡otro ataque de tos!
No recuerdo nada… ¡Hostia! ¡Anoche, qué pasada! Aquello no era yo.
¡Qué pena no estuvieras para ver la marcha que me dio dios!

Y ya nunca más
volverán mis ojos a ver tus ojos
y tu mata de pelo.
Y allá, desde lo lejos,
van llegando los viejos recuerdos
en ráfagas, lentas, de viento.

Y ya nunca más
volverán mis ojos a ser tus ojos,
y mi mente un vertedero.
Y allá, desde lo lejos,
van llegando los viejos recuerdos,
tan royéndome por dentro.

Y veréis el resurgir poderoso del guerrero,
sin miedo a leyes ni a nostalgias;
y caer mil veces más, y levantarse de nuevo,
sin más bandera que sus güevos.

Grito por dentro; por fuera me hago el remolón.
Me pongo a güevo, entre la espada y la pared.
Grito por dentro; por fuera no me oigo ni yo.
No pasa nada: se nos arrima el buen humor.

Acabo de nacer. Soy un bichejo más.
Mi padre es Lucifer, mi madre una “patá”.
Acabo de potar dentro de tu portal:
si no te vuelvo a ver, algo te va a quedar.
No te preocupes por mí, que si te embisto no me acuerdo,
y si me haces sonreir, tiembla el mundo cuando muerdo.

Me sirven las aceras para almohada;
soy patrimonio de la humanidad.
Yo estoy solo como un perro
y no puedo seguir tu pista:
tú en tu coche grande y negro,
yo estripao en una autopista.
¡Hijos de puta!

Ya tengo los cañones preparados.
En mi barco pirata no hay maldad.
Voy a una comisaria,
monto una carnicería:
a mis colegas vengo a rescatar.
¡Hijos de puta!

Corren tan aprisa como pueden.
Unas, jadean a causa del esfuerzo.
Otras, caen; no se levantan.
Alguna, más resistente,
entona un canto para darles ánimo.
¡Hijos de puta!

Daría un río de mi sangre, si quisiérais
ejércitos enteros claudicar.
Hay guerra en todas las partes.
Yo sólo pienso en tocarte.
La vida desperdiciada:
tanta lefa, para nada.
¡Escupe, bastarda!
¡Hijos de puta!

La cabeza se me va; anoche anduve perdío.
Casi todas las mañanas me levanto percudío.
Soy terco como una mula, y duro: no siento el dolor.
No necesito armadura: tengo costra alrededor.

No creas que estoy dudando;
yo no sé que hacer, y tú tan quieta,
que no me entero cuando aprietas.
Te acaricio con las manos, te miro y salgo por pies.
Cadenas, ¡fuera, que hoy es luna llena!

Despido energía y sé que soy un vago;
a mí no me ata corto nadie, porque me apago.
Me acuesto de día, cuando llega la luz,
y tengo claro que no quiero ser como tú.

Me arranco a andar y me comes la paciencia.
Que me quedo atrás... ¡vuelvo a empezar!
Que yo no sé, y yo no puedo, y yo no quiero;
me quedaré sentado en el bar.

Sólo puedo imaginar un caballo desbocado.
—¿A quién quieres engañar? ¡Una mula en un sembrado!

Y saborear: si tú le das,
todo tiene sentido.
Y al despertar te voy a cantar
cositas al oido.

Vuelo hasta una mancha en la pared,
me vuelvo ajeno a todo
y me sobran hasta mis propios pies.

Parece que se oye un ruido…
Estoy robando en un chalet.
¡Pa una vez que nos pringamos,
hoy nos han vuelto a coger!

Los perros son mis amigos,
el guardia me quiere morder,
me persiguen los vecinos…
¿Dónde hemos dejao el OVNI?

I destrossarem el monstre
del pou més profund del nostre cap,
y no nos volverá a enloquecer,
si no hay nada que nos pueda quitar.

I destrossarem el monstre
del pou més profund del nostre cap,
y no pienso dejarle volver.
Si hay algo que me empuje: apretar.

Vuelvo a verte, ¡que bajón!
¡Y vaya careto!
tú vuelve a decir que no,
y aquí me mato.
Me hago solos en tu honor
y no siento nada.
¡Estate quieta, por favor!
¡¡A que te ato!

Ni me olvido, ni me acuerdo.
No he dormido y tengo hambre.
¡Ten cuidado, no me toques,
no te vaya a dar calambre!

Me tortura tanta duda;
polla dura no cree en dios.
Entre “ponte bien” y “estate quieta”,
tú enfrías al Sol, y yo, majareta.